Como los 4 gatos que pasáis por este blog ya sabréis, esta semana he tenido que organizar un seminario de temática libre de 4 horas.
Hasta aqui no pinta mal la cosa, tan solo un poco de esfuerzo extra, que uno se lo toma con cierto gusto porque para variar no son sistemas de ecuaciones descabellados o tratar con libros de un grosor que desanimaría al más pintado.
Sólo quedaba el asunto de la elección de el tema, que era quizás lo más complicado del asunto: Tras unas cuantas propuestas un tanto absurdas, por fin nos quedamos con mi propuesta, la segidad en comunicaciones inalámbricas. Por supuesto matizando que el tema se trata a nivel experto y con bastante profundidad.
Como soy buena persona en el fondo y no quería matar de aburrimiento a nadie, incluí varias prácticas en el seminario para que toda la masa de información no se quedase en algo abstracto.
Como punto y final al seminario, se decidió (yo no quise, pero hay que respetar la decisión de la mayoría) hacer el mítico experimento de construirse una antena güifi con un bote de pringles.
Mis motivos eran dos:
a) ¿Qué leches tiene que ver la seguridad con el botecito de marras? nada
b) La metodología que querían aplicar: Explicarlo con un teatrillo de marionetas (con trancas y barrancas).
El segundo motivo me impulsó a negarme en rotundo a aparecer en los créditos del video del teatrillo, porque creo que la Universidad es algo más serio que todo eso, pero visto lo visto...
Pues bueno, la exposición no salió mal. La gente se comió la chapa teórica con más o menos resignación e hizo las prácticas que les propusimos. No hubo ni un incidente.
Eso sí, en los últimos 10 minutos de seminario, cuando pusimos el video, todo fueron carcajadas, atención absoluta y caras de fascinación.
Aquí es cuando comencé a flipar. Pero lo peor estaba por venir: Cuando terminamos, el profesor nos pidió que esperásemos y nos dijo que el vídeo era bueno, que por qué no lo presentábamos a un festival de cortos donde él anda metido, en la categoría de "videos bizarros"
Resulta que ya no sólo los alumnos demostraron ser gente inmadura que se preocupa poco por su formación, sino que el profesor se quedó maravillado con el asunto de trancas y barrancas...
Y este es el nivel que tenemos en penúltimo curso de ingeniería, donde se presupone cierto nivel, pero en el fondo solo hay niñat@s inmaduros, de dudosa inteligencia y que no parecen pensar más que en qué dan por la tele, a quién se van a poder follar en breves y poco más.
Mi opinión es que este es un fallo que viene de atrás, desde que estamos en el colegio, donde todo se parece más a un recreo que a un aula de estudios.
En fin. Creía que pocas cosas podían sorprenderme, pero desde luego lo de las dos marionetas lo ha hecho.
jueves, 9 de abril de 2009
Nuestro gran sistema educativo
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