La delgada línea roja (reflexiones políticas 1)

Personalmente me siento fascinado por la facilidad con la que muchos (incluso gente cercana a mi entorno) dicen ser de izquierdas o de derechas, mientras a su vez se dedican a poner a parir al contrario, que invariablemente es el malo malísmo.

¿Realmente se habrán parado a analizar con detenimiento, siquiera una sóla vez, no ya sólo los programas electorales de los distintos partidos, sino sus actuaciones? Me atrevo a decir que no, porque si lo hubiesen hecho , en la mayoría de los casos (las personas con un mínimo de inteligencia) habrían llegado a la conclusión de que sus opiniones tan obstinadas y poco objetivas carecen de sentido.

¿Por qué digo esto? Porque la izquierda y la derecha tal como las conocíamos antes han muerto. Se podría decir que este fenómeno ha sido una evolución inevitable de la política para adaptarse a los tiempos que corren, pero el caso es que dejando al margen los sectores extremistas de ambos bandos, a penas queda ya nada representativo de esa serie de sistemas de valores o formas de actuación que hacían indistinguibles a unos u a otros.

La izquierda actual ha moderado su discurso para poder captar votantes del electorado de clase media-alta , mientras que la derecha también se ha moderado bastante en una especie de populismo para lograr atraer también el voto entre la clase obrera. Los discursos de ambos bandos se solapan , ya sea por el acto consciente de moderación o por la transversalidad de los asuntos tratados en ellos.
Ya nada queda de esos ideales que ambos defendían en su día de forma acérrima. Ahora la actitud de los políticos y los reproches que se hacen mutuamente parecen estar sometidos a su situación, es decir, si son parte del gobierno o de la oposición.

Ahora sólo una delgada línea roja separa a la derecha y a la izquierda y, poco queda ya para que la crucen y converjan en el mismo centro.